Las Merindades es uno de los tesoros mejor guardados de la geografía burgalesa. Pueblos diminutos, incontables cascadas, paisajes bucólicos y un patrimonio medieval riquísimo. Ya tienes plan para este fin de semana.
Las casas de Frías
Solo por pisar la población de menor tamaño de España, merece la pena visitar Frías. Por eso y por sus casas colgantes, que parecen fundirse con la roca al borde de los modestos acantilados de la localidad.
Museos y más museos
Si quieres culturizarte en Las Merindades, tienes que pasar por Medina de Pomar. Museos no le faltan. Te bastarán el de arte románico, ubicado en una ermita medieval, y el histórico, habilitado en el castillo de la familia Velasco.
Una torre enorme
Se nota que los Velasco fueron famosos en la zona hace siglos. En Medina de Pomar tenían un castillo, pero en Espinosa de los Monteros todavía se mantiene en pie una torre gótica del siglo XIII que no te puedes perder.
Cuevas para perderse
Los edificios defensivos están muy bien, pero en Las Merindades lo que destaca es la naturaleza. El Ojo Guareña así lo prueba, una red kilométrica de cuevas kársticas donde se encuentra una de las joyas de la comarca: la ermita de San Bernabé.
La cuna de Castilla
Una escapada por Las Merindades no está completa sin una visita al valle de Mena. La foto en el monolito de Taranco es obligatoria, justo en el lugar que vio nacer el reino de Castilla allá por el siglo VIII.
Cascadas a cada paso
En Las Merindades no falta patrimonio románico ni cascadas. La caída de 20 metros del Jerea a su paso por Pedrosa de Tobalina es impresionante. No menos bellas son las cascadas del desfiladero del Purón o la de Peñaladros.
¡A comer!
No todo va a ser caminar, visitar templos medievales y fotografiar cascadas. También hay que reponer energías, y en la comarca de Las Merindades se come de lujo, y los almuerzos se rematan con queso de Burgos bañado en miel de brezo.