¿Qué necesitas para desconectar de la rutina? ¿Eres un amante del buen vino, de la buena cocina y de los paisajes increíbles? Escápate al sur de Francia y disfrutarás de un merecido descanso en los pueblos más bellos del país galo, desde los Pirineos Atlánticos hasta la Costa Azul, todos reconocidos por la asociaciónPlus Beaux Villages de France.
1. Sare
El atractivo de Sare reside en sus paisajes bucólicos y el estilo de vida de sus habitantes. El tiempo no pasa en esta bella localidad, a no ser que sea para beber vino, comer pastel vasco y contemplar la naturaleza. La velocidad máxima que podrás alcanzar en Sare será la del pequeño tren que te llevará a la cumbre del Rhune, donde te esperan senderos naturales, vistas preciosas y cuevas prehistóricas.
2. Saint Jean Pied de Port
Lo primero que llama la atención de este pequeño pueblo a la puerta del paso de Roncesvalles es su conjunto de casas tradicionales de estilo vasco que parecen flotar a ambos márgenes del río Nive. Aunque el verdadero placer de este pueblo se encuentra en sus coloridas calles que son la envidia del filtro Valencia. Pasea sobre la piedra desnuda del camino que se fusiona con las fachadas encaladas y los tintes rojizos de puertas y ventanas.
3. Belcastel
Belcastel es medievo en estado puro. Prácticamente nada rompe la estética de este conjunto arquitectónico a la orilla del Aveyron. Este pueblo lo tiene todo para vivir un viaje a través del tiempo y sentirte cual caballero o doncella: un puente gótico en perfecto estado de conservación, un río de aguas cristalinas, zonas que alternan praderas verdes y bosques frondosos, ¡y un castillo medieval gobernando la parte alta del pueblo!
4. Castelnou
Se trata de otra joya milenaria que conserva a la perfección su esencia medieval. A un paso del Mediterráneo, en la falda de los Pirineos Orientales, el lugar es ideal para olvidarte del coche y caminar por calles empedradas en busca de un restaurante donde degustar lo mejor de la cocina regional, quizá una copita de moscatel de Rivasaltes y una tapa de escalidava ‘”a la francesa”.
5. Lagrasse
Amante del buen vino, aquí tienes un destino para disfrutar de una escapada memorable. Lagrasse no solo alberga tesoros patrimoniales de época medieval, además se encuentra rodeada de viñedos bañados por el Orbieu que producen extraordinarios caldos en la región de Corbières. Vinos con denominación de origen y vistas a la campiña desde un pueblo medieval: ¿qué más necesitas para dejarte llevar?
6. Minerve
El vino de este pequeño pueblo de origen cátaro tampoco te dejará indiferente, especialmente si combinas la cata con las vistas de las gargantas de Minerve desde la muralla. La piedra caliza de la meseta sobre la que se yergue le otorga a todo el conjunto un aire onírico, que se potencia al recorrer el pasadizo que lleva a un pilar en memoria de los cátaros que cayeron a manos de Montfort a principios del siglo XIII.
7. Olargues
Si lo que te apetece es combinar paisajes repletos de viñedos y olivos con un poco de repostería fina, en Olargues encontrarás el destino perfecto para tu escapada. A tu vuelta podrás presumir de haber estado en uno de los pueblos medievales más grandes (y bellos) del sur de Francia, además podrás contar a tus amigos a qué saben los roscones de Aveyron y los petit pâté, una delicia de paté que mezcla a la perfección sabores dulces y salados.
8. Conques
La estampa de este pequeño pueblo, con sus casas levantadas a base de piedra y madera, te invita a soñar con el pasado. Quizá por eso sigue siendo un punto de paso importante en el Camino de Santiago, manteniendo la esencia del peregrinaje. ¡Aunque no querrás salir de allí rumbo a Galicia! Al menos no sin admirar su impresionante patrimonio, como un templo románico que alberga piezas de orfebrería carolingia de oro, plata y piedras preciosas.
9. La Couvertoirade
La experiencia medieval definitiva la encontrarás en este pueblo levantado en plena meseta de Larzac, justo en el corazón del parque natural de los Causses. La belleza del entorno solo es superada por el increíble estado de conservación de todo el recinto amurallado, con sus casas de piedra, callejuelas serpenteantes, pasadizos misteriosos y talleres de productos artesanales. Si quieres sentirte como un templario, este es tu sitio.
10. Sainte Agnès
Justo en el último tramo de la Costa Azul, donde Francia se encuentra con Italia, Sainte Agnès ofrece un entorno a medio camino entre la montaña y la costa. La combinación es perfecta, ofreciéndote vistas tanto a las primeras elevaciones de los Pirineos Marítimos como a la bahía de Menton. ¿Te apetece perderte por callejuelas estrechas, saborear una ratatouille de cinco tenedores y sentir la brisa del Mediterráneo? No lo dudes, escápate a Sainte Agnès.